Increíble mañana de octubre, sol de justicia, temperatura ideal. Agua cristalina nada más acceder al barranco. Obviamos los rápeles ya que todas las pozas y resaltes eran "saltables" o se podían destrepar. Pequeñas cascadas por doquier desembocaban en el cauce principal aumentando el caudal. En las badinas con profundidad suficiente, trepabamos por las paredes para tomar altura y zambullirnos en ellas. Así hasta llegar a la catarata final ¡ más de 20 metros de caida ! Dado el volumen de agua optamos por rapelar por la cascada menos caudalosa hasta una repisa desde donde pudimos saltar al paradisíaco laguito. La aventura estaba servida. Pero eso no fué todo; teníamos que aprovechar todo el dia, así que nos fuimos a estrenar una via ferrata ... Pero, eso es otra historia.
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